El rey del superflat, Takashi Murakami, vuelve con Mononoke
- Claudia Montes
- 23 feb 2024
- 6 Min. de lectura

El reconocido artista Takashi Murakami presenta en el Kyoto City Kyocera Museum una exposición individual de gran escala inédita, Mononoke, con motivo del 90 aniversario de la institución. Mononoke es una propuesta muy especial que representa el retorno de su obra a su tierra natal, tras ocho largos años sin exponer solo en Japón. También es la primera vez en su trayectoria que lo hace fuera de Tokio. La antigua capital nipona es una gran fuente de inspiración para Murakami; Kioto acogió durante el período Edo a numerosos pintores eshi, quienes trabajaban la técnica de impresión con bloques de madera y cultivan el género ukiyo-e. Murakami está creando versiones especiales de algunas de sus obras como Kawaii – Vacances (Summer Vacation in the Kingdom of the Golden) (2008) y las series Korin (2015), así como 160 piezas inéditas, inspiradas en el arte tradicional japonés y la historia de Kioto. El evento se inauguró el pasado 3 de febrero, pero en la primera sala encontramos una nota personal del mismo Murakami que anuncia que la exposición está en desarrollo, y que algunas de las obras se irán modificando e incorporando al museo en el transcurso de la muestra.
La exposición ha sido posible gracias a la coordinación del Kyoto City Kyocera Museum of Art con el artista; para contrarrestar el bajo presupuesto con el que cuenta dicha institución artística, Murakami ha investigado el sistema de impuestos locales para minimizar los costes de producción de la exposición. Murakami ofrece tarjetas coleccionables de edición limitada de su obra, que permiten reembolsos fiscales. De esta forma no sólo ha hecho posible que se lleve a cabo un evento que permite al público japonés reencontrarse con su trabajo, sino que critica el actual modelo que vincula la producción y difusión cultural al poder económico. El pintor explica que aceptó el encargo porque venía del señor Shinya Takahashi, director general de la oficina de gestión de proyectos del Kyoto City Kyocera Museum of Art, con quien tiene una sólida relación de confianza profesional.
En Mononoke encontramos las diferentes facetas creativas y los diversos intereses de Murakami, que divide la muestra en seis secciones. El artista se atreve a mezclar referencias japonesas y del budismo con elementos de la cultura occidental, cuestionando el significado de apropiación y reivindicando manifestaciones de la cultura mainstream como el anime y el manga. A lo largo de su carrera, Murakami ha conseguido traspasar el nicho artístico, convirtiendo su arte en un icono de la moda, colaborando con estrellas como Billie Eilish, Kanye, Britney Spears y J Balvin, así como con reconocidas marcas de lujo como Comme des Garçons, Louis Vuitton, incluso Billionaire Boys Club, creada por Pharrell Williams. Murakami ha roto los moldes acercándose a un público habitualmente alejado de las instituciones museísticas, pero que compra su (no económico) merchandising como sinónimo de estatus y que cuando acude a los museos lo hace principalmente para hacerse sesiones de fotos frente a sus cuadros y publicarlas en Instagram y TikTok, alimentando sus propio rebaño de seguidores. El creador de las famosas flores con cara entendió el juego del mercado del arte en pleno triunfo del capitalismo, y realizó una serie de flores que imitan la estética del estilo píxel, que después ha reproducido en pinturas, cartas y en una colección de hasta 11,664 NFTs. Murakami se ha popularizado tanto fuera de Japón por sus coloridas flores que podemos hasta sorprendernos cuando vemos obras del artista que no hacen referencia a este motivo.
Dos grandes esculturas de 4,3 metros de altura reciben al público, frente a un mar rosa de sonrientes sakura, las populares flores de cerezo. Estas esculturas, una azul y otra roja, de los demonios A y Um (2014), simbolizan desastres como catástrofes naturales, epidemias o guerras, y contienen una plegaria de protección, Ambas fueron creadas a raíz del devastador terremoto y posterior tsunami que sufrió Japón en marzo de 2011 y que causó más de 15000 muertes. Esta impresionante entrada es un claro símbolo del título y temática de la muestra; Mononoke hace referencia a seres espirituales misteriosos de la literatura tradicional japonesa. Es un término bastante amplio, que puede escribirse como 物の怪 (cosas misteriosas), o como 物の気 (cosas espirituales). Se dice de estas criaturas que pueden poseer a personas y hacerlas sufrir, enfermar e incluso provocarles la muerte.
Murakami da comienzo a la exposición homenajeando a la ciudad de Kioto con el gran mural Rakuchu Rakugai Zu Matabei Iwasa rip (2023-24), una adaptación de la pintura original del siglo XVII de Matabei Iwasa titulada Rakuchu Rakugai Zu Byobu, que forma parte del Tesoro Nacional y que retrata la vida de Kioto y sus paisajes desde la perspectiva de un pájaro. El artista de Itabashi reimagina la obra y la redimensiona hasta los 13 metros de largo, incorporando elementos habituales de su obra como figuras con rostro de flor y yokai, criaturas sobrenaturales del folclore japonés. En la misma sala, Murakami rinde tributo al artista Ogata Korin, miembro de la escuela Rinpa, una de las mayores academias de pintura en Japón durante el periodo Edo, fundada en Kioto por Hon'ami Kōetsu y Tawaraya Sōtatsu. Ogata Korin fue junto a su hermano uno de los máximos representantes de Rinpa y consolidó un estilo conocido por las imágenes de elementos florales y animales sobre un fondo dorado y brillante de papel de oro, que Murakami incorpora en gran parte de sus pinturas.
La segunda parte de la exposición aprovecha la alineación de las paredes del museo con los cuatro puntos cardinales, y está dedicada a los guardianes de la ciudad de Kioto que los preservan, con cuatro grandes pinturas que los representan: la tortuga negra del norte, el pájaro bermellón del sur, el dragón azul del este y el tigre blanco del oeste. El público queda rodeado por las criaturas y las negras paredes envolventes, estampadas con las calaveras típicas de la obra de Murakami. En el centro de la estancia se levanta una torre hexagonal con una escultura del templo budista Rokkakudo de Kioto. Allí se hacían sonar las campanas para advertir a los ciudadanos de posibles catástrofes.
En DOB’s Journey, Murakami se sincera sobre el proceso personal y las inquietudes a las que se enfrentó cuando empezó a pintar. El sector artístico estaba dominado por Estados Unidos, el vencedor de la guerra, ante el que parte de la sociedad japonesa desarrolló un complejo de inferioridad. El pintor explica cómo aprendió a navegar estos sentimientos encontrados y cómo los transformó en motor para su arte a través del personaje de Dob, que creó en los años noventa y con el que, como cuenta, consigue combinar la tradición pictórica japonesa y el exotismo del país con un estilo artístico más occidental. En medio de las diferentes obras que representan a Dob, aparece un gran cuadro acrílico con numerosos ojos del personaje, ordenados y con pequeñas variaciones de color, al más puro estilo de las Campbell's Soup Cans de Warhol, método que repite con diversos motivos de su obra. Sus creaciones manifiestan el estilo Superflat, inventado por el propio Murakami, y que describe como un movimiento que rompe los márgenes entre la alta y la baja cultura. Mezcla técnicas pictóricas tradicionales japonesas como el nihon-ga con elementos de diseño gráfico y graffiti, propios de la modernidad, y aborda el consumismo y la sexualización de corrientes como la cultura otaku con figuras con una fuerte influencia anime. Superflat aborda precisamente el uso de métodos tradicionales y la mezcla de estilos y referencias culturales, y en Mononoke gran parte de las obras retratan figuras del budismo y el sintoísmo como Fūjin y Raijin, los dioses del viento y el trueno, que Murakami reinterpreta con un estilo kawaii, mucho menos solemne del utilizado habitualmente para representarlos, transformando así la mirada con la que nos acercamos a las creencias. La exposición despide al público con una pintura inspirada en el festival Gozan Okuribi, que tiene lugar el 16 de agosto y que marca el final del Obon. La obra muestra las cinco colinas sonrientes que rodean Kioto, y que durante la celebración se iluminan con hogueras en forma de los caracteres chinos Daimonji (grande), Myō/Hō (maravilloso dharma), Funagata (barco), Hidari Daimonji (izquierda grande) y Toriigata (en referencia a los toriis que encontramos a la entrada de los templos sintoístas).
A lo largo de la exposición, que podrá verse hasta el 1 de septiembre, Murakami demuestra un gran respeto e inspiración por la tradición y el folclore nacionales y por la ciudad de Kioto. Sin duda, Mononoke es una ocasión única para conocer en profundidad la ecléctica obra de Murakami, para apreciar sus múltiples facetas y para acercarnos a su obra desde una nueva mirada, acompañados por sus comentarios personales que encontramos a lo largo de la muestra. El artista y la ciudad de Kioto se hacen un regalo mutuo, y lo ofrecen y comparten con los habitantes de la urbe y los miles de visitantes que recibe anualmente.
Comentarios